Sunday, November 26, 2006

Mesa reservada

Mi infierno es un tablao flamenco. Según me han explicado al llegar, cada persona tiene el suyo. Para el tipo que tengo al lado, ahora mismo estamos en un restaurante vegetariano. Pese a la curiosidad no he encontrado oportuno preguntarle por qué.
- Tengo que salir de aquí. No soporto a la gente que no come carne – mi acompañante me mira justo en el momento en el que Camela se arranca con la décima canción. - Amigo, creo que esto es sólo el principio – niega con la cabeza y me mira desesperado.
Si se preguntan cómo he llegado hasta aquí, la historia debe comenzar con mi muerte. Un sábado por la mañana, un semáforo en rojo, un conductor bebido, un infeliz que pensó que la mejor forma de ponerse en forma es correr por la ciudad. Atropellado por un Seat Ibiza en mi segundo día de vida sana.
- ¿Puedo darle un mordisco? - ¿Perdone? – esa pregunta en los labios de un hombre no suena nada bien. - Necesito pegarle un bocado.
Al intentar levantarme para ir hacia la mesa de al lado, una mujer vestida de sevillana me agarra del hombro y me encaja en mi asiento. Sin mediar palabra, comienza a dar palmas. Cuatro folclóricas más, aparecen e imitan a su compañera. Me doy cuenta de que todo el mundo tiene una imagen idílica del infierno.
Justo cuando el tipo sentado a mi lado parece perder la vergüenza y me agarra la mano, los gritos de dolor flamenco desaparecen. Pese a ser un hombre de apariencia débil, casi consigue llevarse mi dedo índice a la boca.
- Bienvenidos al Infierno – el caníbal suelta mi mano, parece hipnotizado por la voz de aquel cantaor. - Déjenme que les explique cómo funciona esto – mientras habla, me doy cuenta de lo mucho que se parece a Juanito Valderrama. El Cielo está, digamos que “completo”. De todas las solicitudes que se han cursado hoy, ustedes son los dos seres más dudosos de todos los que deberían acceder. Así que esta reunión es para decidir quien se queda conmigo.
El caníbal le mira angustiado. Creo que para sus ojos ha tomado la forma de una ensalada de col.
- ¿Y cómo se va a decidir? ¿Por curriculum?- Sí.
En el escenario, Camela versión diabólica comienza con un nuevo tema, con esas bases electrónicas tan significativas. Tengo que salir de aquí.
- Veamos. Por un lado tenemos a Roberto Guzmán, empleado de banca en México. Hombre ejemplar, padre de familia como pocos, en sus horas libres se dedicaba a comerse los cadáveres de la gente incauta que, engañada por créditos con grandes ventajas, accedía a reunirse para una primera “toma de contacto”. Murió atragantado por una señora de 110 kilos.
Hay vicios que uno no pierde ni en el Infierno. Roberto mira mi mano con deseo, no debo tener mala pinta pese a que estoy muerto, lástima que ahora mismo mi ego no sea mi mayor preocupación. A ver, qué demonios tiene contra mí Juanito.
- Por otro lado tenemos a Pedro Martínez, diseñador de páginas web. Soltero sin compromiso, es socio de Greenpeace, Cruz Roja y ha apadrinado a tres niños. - ¿Eso es malo? – mi frase suena como el “protesto señoría” de las pelis de juicios. - No. Pero sí lo es si las páginas web que diseña son de contenido pornográfico. Para ser más exactos, ciento cincuenta y seis sitios donde el sexo campa a sus anchas. - Pero eso es legal – respondo indignado.- Para el de allí arriba no – sonríe mientras me guiña el ojo –, pero para mí no hay ningún problema.
El caníbal cada vez está más nervioso, si su corazón aún funcionara estaría a punto de estallar. En un gesto tan rápido como surrealista, se mete la mano en la boca y empieza a masticar.
- Este tipo de comportamiento seguro que no está bien visto en el piso de arriba…- intento ser más listo que el diablo – imagínese si llegan a verlo hacer algo así. Podrían pensar que no le está prestando mucha atención a su trabajo. - Jejejejejeje – parece que le ha gustado mi comentario – igual hasta me despiden. - Imagínate.
Juanito levanta una ceja y las folclóricas se llevan a Roberto. Se acerca a mí con pasos cortos.
- En realidad aquello es muy aburrido – me susurra al oído –. Vas a echar de menos tu trabajo.
Y entonces pierdo el conocimiento.
En las puertas del Cielo, San Pedro me mira con suspicacia. Sí, “soy el descarte de Satanás, ¿qué pasa?”. Antes de dejarme cruzar hacia el Paraíso eterno, me da una bolsa de mano con un ángel dibujado en el centro. Dentro, una carta de bienvenida y un doble dvd.
Los mejores momentos de tu vidaEdición especial (con partes censuradas y comentarios del Señor)Incluye un segundo dvd con Cómo hubiera sido tu vida si hubieras seguido en el buen camino
Estoy seguro de que Juanito estará disfrutando con esto.










Mi sentido del humor en horas bajas. El final es una chorrada, pero tiene trozos interesantes.

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