Sunday, November 26, 2006

Siete minutos

- ¿Un último deseo? - Siempre quise ir a Escocia. A las tierras altas. Y sentarme a contemplar el paisaje junto a Angela. - Cierra los ojos. Tienes siete minutos. Al despertarse, Jeremi vio un cielo completamente azul. La suave brisa le obsequió con los olores del amanecer, mezclados con un toque a frambuesas que si bien no desentonaba con el ambiente, sí le daba un toque surrealista.
- El desayuno está listo. – Anunció una voz familiarmente dulce.
Jeremi se incorporó y se quedó sentado con la mirada fija en las imponentes montañas cubiertas por una suave capa de niebla.
- He tenido un sueño muy extraño. - Pero si apenas has estado tumbado cinco minutos. ¿Te ha dado tiempo a soñar?. – Angela le miraba curiosa. - He soñado que estaba en un hospital. No podía moverme, me dolía todo el cuerpo. - Eso es más bien una pesadilla. ¿Por qué estabas allí?. - No recuerdo esa parte. Pero casi al final, una mujer preciosa se acercaba a mi y me susurraba algo al oído. - Ah, ya entiendo. Y entonces la pesadilla da paso a un sueño erótico. – Dijo Angela con tono celoso. - No. Me desperté antes de que empezara la acción. –Contestó Jeremi haciendo una mueca de disgusto. Angela le golpeó el brazo como casi siempre hacía en esos casos.
Comenzaron a desayunar con la puesta de sol. Pese a no tener un aspecto nada extraordinario, aquella tostada untada con mantequilla y coronada con mermelada le supo a Jeremi como el mejor manjar que hubiera podido probar en su vida. Observó a Angela durante unos segundos, en silencio, aprovechado que ella rebuscaba en la típica cesta de picnic.
- Eres lo más bonito que he visto nunca. – Le dijo en el momento en que ella se giró.
Angela le regaló una sonrisa capaz de eclipsar al recién nacido astro.
- Te querré siempre, Jeremi Felson.
En ese momento, inesperadamente, el viento sopló con fuerza, arrebatando de la mano de Angela las servilletas floreadas que acababa de sacar.
- Ahora vuelvo. – Suspiró mientras se levantaba. - No te olvides de mí. – Susurró justo antes de salir corriendo. Jeremi le miró mientras se alejaba, siguiendo a aquellos trozos de papel que se desplegaban en el aire. En la distancia, parecía que Angela perseguía a un enjambre de violetas.
Jeremi se tumbó, sintiendo que nunca había sido tan feliz. Vio un cielo completamente azul. Cerró los ojos.
- Es hora de irse.
Jeremi murió solo, en una repleta sala de urgencias. Alia caminó despacio, paseando entre las diferentes víctimas del accidente. Encontró a Angela en el quirófano, donde dos médicos luchaban por salvar su vida.
Se acercó a ella lentamente. Acercó los labios a su ensangrentado oído. La voz como una suave melodía.
- ¿Un ultimo deseo?.







El hijo listo, en los pvs gustó mucho. Es equilibrado y corto, dos cosas buenas. Decente, aunque muy mejorable.

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