Sunday, November 26, 2006

Orden de alejamiento

Fue un disparo a ciegas. Es difícil apuntar cuando tienes el ojo derecho lleno de sangre, cuando acaban de abrirte la ceja de un puñetazo. Hacía solo cuatro días que había comprado la pistola y cuando aquella noche cogió el arma no recordaba si el tipo al que se la compro tuvo el detalle de ponerle balas. Fue su primera vez, no conocía la sensación de poder, el miedo o la seguridad que le podía aportar. Disparó y estuvo tres minutos temblando, preguntándose porque habían parado los golpes. Cuando dejó de sentir que su corazón latía dentro de sus oídos se levantó. Despacio, sin hacer ruido. Ya no tenía el revolver en la mano y en su mente apareció la imagen de su marido delante de ella, loco por aquel patético intento de plantar cara, con la rabia suficiente para dejarlo en otra paliza. Pero todo seguía en silencio. Diez minutos después reunió el valor suficiente para encender la luz y entonces lo vio. Boca arriba, con un gesto de sorpresa que jamás olvidaría. Cayó de rodillas. Lloró. Cuando llegó la policía ella seguía sollozando a dos metros del cuerpo sin vida de su esposo.
Al examinar el cuerpo, encontraron un papel en el puño con el que segundos antes de morir aquel tipo había golpeado a su mujer. Un folio con sello oficial. Una orden de alejamiento.
Al día siguiente su historia estaba en las noticias. Dos semanas después llegaron las llamadas. Entrevistas, programas, más dinero del que había tenido en toda su vida. No aceptó ninguna de las ofertas, pero otros cargaron con el protagonismo. Asociaciones, contertulios sesudos, psicólogos, concursantes de realitys…todos tenían algo que decir.
Cuando se celebró el juicio todo el mundo tenía una opinión sobre el tema, incluido el jurado. Solo hizo falta un buen abogado, uno que ofreció sus servicios gratis por todo lo que aquel caso suponía.

Ella ahora vive tranquila, en un pequeño estudio no demasiado lejos de la ciudad. Poco guarda de aquella vida. Un colgante de plata, un anillo. Un folio con sello oficial. Una orden de alejamiento.










Tirar mano de estilo es algo que hago con frecuencia y este relato es un ejemplo. Tiene algo, pero deja una sensación de Deja Vu poco recomendable.

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